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Federico Sebastián Marín, alias “Morenita”, fue muerto a balazos en la noche de este domingo en un tiroteo a metros de la terminal de omnibus del pueblo que lo vio nacer y crecer, Itatí. Estaba prófugo de la Justicia desde febrero pasado cuando había desaparecido pese a estar como testigo protegido. Algunos, desde ese día, aseguraban que “Morenita”, que se había convertido en uno de los líderes del tráfico de marihuana en la zona, tenía los días contados.
El enfrentamiento que acabo con la vida del conocido jefe narco habría sido con efectivos de La Policía Federal Argentina, tres de los cuales habrían resultado heridos, por lo menos uno de gravedad. “Morenita” era buscado desde fines de febrero pasado cuando huyo de la vivienda que, bajo otra identidad, ocupaba junto a su familia en Buenos Aires en calidad de testigo protegido.
Este domingo por la noche, los hombres de la fuerza de seguridad lo identificaron en inmediaciones de la terminal de omnibus y le dieron la voz de alto. Pero «Morenita» no estaba dispuesto a volver a prisión, se bajó del auto en que se movía y se resistió a balazos. En el intercambio de disparos fue abatido, aunque alcanzó a heridad a algunos integrantes de la fuerza que lo rodeó.
La muerte del hombre fue confirmada por fuentes policiales a La República Digital poco después de las 22 y cuando en torno a la terminal se vivían momentos de tensión con la llegada de familiares de “Morenita”. Todas las fuerzas de seguridad nacionales venían desde los últimos días de febrero vigilando Itatí en la presunción de que pudiera regresar a su pago chico donde se sentía seguro y contaba con distintos métodos de protección y fuga, especialmente cruzando el río Paraná, en territorio paraguayo.
Marín venia siendo rastreado por escuchas telefónicas desde hacia unos 4 meses y se sabía que estaba escondido en una isla ubicada frente de Itatí, del lado paraguayo. Los informes indicaban que iba y venia a costa argentina para visitar a una mujer. Su mujer y sus seis hijos viven aún en el Gran Buenos Aires dentro del Programa de Protección a testigos. Tras fugarse en febrero, intentó ir a buscarlos, pero falló.
Una brigada de efectivos de Búsqueda de Personas de la Federal lo habría acorralado en pleno centro de Itatí, alrededor de las 21.30, en Benedictinos casi Gamarra, a unas dos cuadras de la vivienda de «Morenita». Todo terminó en un violento tiroteo en el que Marín murio y tres policias terminaron heridos de bala, entre ellos un comisario cuyo pronóstico se asegura es reservado. El jefe narco recibió por lo menos 5 impactos de bala, muriendo en el acto.
Según establecieron, el narco llevaba una pistola Bersa Thunder calibre 9 milímetros en su cintura. En el vehículo que manejaba tenía otra Glock del mismo calibre y tres revólveres, todos listo para usar.
«Morenita», que tenia cuatro pedidos de captura ordenados por jueces de Morón, Chaco, Corrientes y la ciudad de Buenos Aires, había recibido su ultima condena hace apenas unos meses en un juicio en el cual tambien resulto condenado el ex juez federal de Corrientes Carlos Soto Dávila a quien se encontró culpable de cobrar coimas para proteger narcotraficantes.
«Era un secreto a voces que el andaba por la zona, era evidente que su debilidad, su talón de Aquiles era Itatí y sus hijos. Más allá de su vida delictiva tenía un apego muy grande por su familia. La policía contaban con esa información» dijo este lunes el abogado de Morenita, Jorge Barboza.
«Cuando se fugó la búsqueda habrá comenzado en el conurbano bonaerense pero automanticamente cuando se conoció la información, Itatí era prácticamente la sucursal de las Fuerzas Federales porque era casi obvio que iba regresar allí» relato en declaraciones a Radio Dos.
«Los investigadores estaban con la pista firme atrás de él, hace unas emanas, se les había ido por minutos. En las elecciones se les había escapado por muy poco, pero los investigadores fueron pacientes para poder dar con él. La orden era recapturarlo con vida para poder someterlo a lso procesos que tenía pendientes pero era una persona que no iba entregarse tan fácilmente», aseguró el abogado.
Federico “Morenita” Marín se crió en las orillas del Paraná, en Itatí, Corrientes, donde aprendió un oficio criminal que lo llevó a la cárcel: cruzar cargamentos de marihuana desde Paraguay a la Argentina, en una zona –de acuerdo a las investigaciones judiciales- que parecía estar liberada.
En octubre de 2018, Marín era buscado por todo el país. Se pensaba que había cruzado a Paraguay, pero la Gendarmería lo encontró en su casa, a 30 metros del río Paraná, de visita en la casa de sus hijos. Dormía en Itá Corá, del lado paraguayo, y cada tanto, cuando extrañaba a la familia, cruzaba en canoa por las noches, en medio de una oscuridad cerrada. Los que lo veían nunca lo delataban.
Marín llegó a tirotearse en alguna oportunidad con la misma Gendarmería Nacional que lo persiguió para detenerlo. Actualmente estaba prófugo de la Justicia dentro del programa de protección de testigos, luego de testificar e involucrar al exjuez federal de Corrientes Carlos Soto Dávila y el exintendente de Empedrado Juan Faraone, entre otros.
Si bien su nombre ya era conocido en los ambientes de la inteligencia de las fuerzas de seguridad, Morenita saltó a la fama el 14 de marzo de 2017, cuando unos 200 gendarmes llegaron a Itatí, para hacer más de un centenar de allanamientos. En los que fueron detenidos, por narcotráfico el intendente Natividad Roger Terán y el vice Fabio Aquino, al comisario Diego Alvarenga, al instructor de gendarmería Gabriel Alcaraz, el oficial de la policía federal Rubén Ferreyra, entre otros.
Según la investigación que llegó a la Justicia, Morenita y sus socios pasaban unas 15 toneladas semanales de marihuana por medio de embarcaciones que cruzaban desde Paraguay y desembarcaban en los amarraderos de Itatí, donde contaban con la complicidad de las fuerzas que debían combatir a los narcos.
La banda de «los Monos» en Rosario, y otras de la provincia de Tucumán y Santa Fe eran sus “clientes”. Algunos lo consideraban uno de los narcos más inteligentes del país. Desde su fuga en la Justicia se temía que termine víctima de una venganza, ya que varios habían jurado asesinarlo por «buchón».