​Los rastros de sangre hallados en la casa de los Sena son de Cecilia Strzyzowski

La sangre que encontraron en la casa del clan Sena y en un colchón que la familia piquetera había donado a una embarazada del Barrio Emerenciano, en Resistencia, era de Cecilia Strzyzowski. Este dato fue confirmado por las pruebas de ADN que fueron ordenadas por los fiscales que investigan la desaparición y muerte de la joven de 28 años, un femicidio, el pasado 2 de junio en la vivienda de Santa María de Oro 1460 donde vivían sus suegros y su pareja César Sena.

Las manchas de sangre que se hallaron en el segundo allanamiento a la propiedad, fueron cotejadas con el perfil genético de la hermana de la víctima, a partir de la muestra aportada por Gloria Romero, su mamá, y dio un resultado «superior al 99,99%» de compatibilidad. Es tal vez la prueba más contundente de las más de 190 que se acumulan y que complican aún más la situación de los siete detenidos, en especial de los tres de la familia Sena.

Por la desaparición y muerte de Cecilia Strzyzowski están detenidos los líderes piqueteros Emerenciano Sena y Marcela Acuña, aliados del gobernador Jorge Capitanich, junto con su hijo, César Sena, esposo de Cecilia, y cuatro colaboradores de la familia: Gustavo Obregón, su esposa Fabiana González, el casero de la chanchería de la familia, Gustavo Melgarejo y su pareja Griselda Reinoso, todos ellos acusados de «encubrimiento agravado».

Las manchas de sangre habían sido halladas en la casa, a través del reactivo Luminol. Además, en la parrilla de una cama y en un colchón que los Sena habían donado tras el crimen junto con dos mesas de luz y un sillón rojo. Esos hallazgos se produjeron en el segundo allanamiento a la casa de la familia Sena realizado por la Gendarmería Nacional.

En esa oportunidad también se halló en un patio de la casa de los Sena, restos de una mochila y de una billetera quemada, y dentro  de esta, en los bolsillos interiores de tela negra, los peritos observaron una tarjeta SUBE «con su plástico protector rosado», restos de una «tarjeta de color celeste donde podía apreciarse el chip», el número y la fecha de vencimiento del plástico a nombre de Cecilia M. Strzyzowski, restos de una tarjeta verde «Lemon» a nombre de la joven, otro plástico del Nuevo Banco del Chaco y una tarjeta de juegos infantiles del local Funland.

Cecilia fue vista por última vez a las 9.16 del 2 de junio pasado, cuando una cámara de seguridad registró su ingreso en compañía de su marido, Cesar Sena, a la casa de sus suegros, en la calle Santa María de Oro 1460. Según los fiscales que llevan adelante la investigación,  Jorge Cáceres Olivera, Nelia Velázquez y Jorge Gómez, la mujer fue asesinada entre las 12.13 y las 13.01 en una de las habitaciones de la casa en momentos en que se hallaba junto a César, Emerenciano y Acuña. Pese a esta certeza, Cáceres Olivera aseguró que probablemente “nunca sepamos cómo fue asesinada Cecilia”.

El cuerpo de la joven mujer fue llevado por César Sena y Obregón, envuelto en una frazada y a bordo de una camioneta Toyota Hilux de la familia, hasta la chanchería de la familia en cercanías de Puerto Tirol, en una zona conocida como Campo Rosi, donde fue triturado y prendido fuego.

Esos restos quemados fueron esparcidos por Cesar y Obregón, en distintos sectores de ese predio, junto al Río Tragadero, donde el 20 de junio se encontraron restos de huesos humanos y el viernes 7 de julio otros fragmentos óseos que debe determinarse aún de qué son.

Gloria Romero, mama de Cecilia, junto a los abogados que la representan en la querella, Gustavo Briend, Juan Arregin y Fernando Burlando, dijo este jueves que «ya sabíamos que la habían matado, pero bueno, yo hubiera preferido que no sea tan cruel. Mi hija era maricona, no quería que le pusieran ni una inyección, así que imaginate».

La pericia fue realizada en el Instituto de Medicina y Ciencias Forenses (IMCyF), de Resistencia, en el laboratorio de Biología Molecular, y para Burlando «esta prueba es clave. Para mí el caso está cerrado».

Gloría reveló que en esa habitación de la casa de Santa María de Oro, “había sangre por todos lados; sangre en la mesita de luz, en el colchón, en la cama, en el piso, me la descuartizaron. Ahora que vengan y digan que es una persecución política. Son unos hijos de puta».

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