Día Nacional del Chamamé, un ballet que celebra la identidad litoral a través de sus pasos
Con siete años de trayectoria, esta agrupación correntina no solo baila, sino que comparte y enseña la esencia de nuestras danzas. En este contexto, hoy se festeja el legado de un género que es patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, honrando a sus grandes exponentes.
Hoy, 19 de septiembre, Argentina entera se viste de fiesta para celebrar el Día Nacional del Chamamé. Esta fecha no es casual; honra la memoria de Mario del Tránsito Cocomarola, el “padre del chamamé”, cuyo legado sigue vibrando en cada acorde desde su partida en 1974. Es una jornada para recordar que este género musical y de danza, declarado patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la Unesco, es mucho más que música: es el pulso de una región, el latido de una identidad que se expresa con pasión y arraigo.
En Corrientes, hoy se vive con una intensidad particular. La provincia, cuna de este género, se inunda de melodías que resuenan en cada esquina, en cada radio y en cada encuentro. Desde los patios de las casas hasta los escenarios improvisados en espacios y plazas, el chamamé es el protagonista. Es un día de homenaje, de baile espontáneo y de recordar a aquellos que forjaron su identidad a través de la música.
Las guitarras, acordeones y bandoneones se hacen oír con más fuerza, celebrando no solo a Cocomarola, sino a todos los que mantienen viva la llama de esta expresión cultural tan arraigada en el corazón de los correntinos.
En este contexto de celebración y reconocimiento, emerge la labor incansable de agrupaciones como el Ballet Sentido Folklore. Con siete años de trayectoria, este ballet correntino no solo baila; comparte, enseña y lleva la esencia de nuestras danzas folclóricas a cada rincón que los convoca. Desde actos educativos hasta festivales culturales, eventos religiosos y solidarios, su presencia es una declaración de amor por lo nuestro.
Ariel Fernando Castillo, el director de Sentido Folklore, lo explica con una claridad que emociona: “Somos un ballet de carácter no competitivo. Nuestra enseñanza no pasa por certámenes, sino por el valor y el respeto por nuestras tradiciones y danzas”. Esta filosofía se traduce en un enfoque pedagógico profundo, donde cada paso, cada atuendo, cada melodía tiene una historia y un significado que se transmite a los alumnos. “Priorizamos que el alumno pueda entender el valor de la danza y los atuendos, explicamos sus significados, por qué se baila de tal manera, su origen”, detalla Ariel, revelando la riqueza de su propuesta.
El ballet, que se define por el “respeto y el compartir”, abre sus puertas a todas las edades. Niños y jóvenes, de 5 a 18 años, encuentran su espacio los martes, jueves y viernes. Los adultos, a partir de los 19, se suman los jueves y viernes en un horario posterior, transformando el salón de la iglesia Nuestra Señora de la Merced en un epicentro de cultura y movimiento.
“El ballet tiene abiertas sus puertas todo el año para recibir alumnos nuevos, todos son bienvenidos en el momento que desean iniciar las clases, no hace falta tener un conocimiento básico o previo para poder asistir”, asegura Ariel, derribando cualquier barrera de entrada.
Detrás de esta iniciativa se encuentra Ariel, un profesor superior de danzas folclóricas argentinas cuya formación va más allá de lo convencional. Sus especializaciones en atención a la diversidad y resolución de problemáticas le otorgan una capacidad única para incluir a personas con discapacidad, demostrando que la danza es un lenguaje universal. “Constantemente me estoy perfeccionando para brindar lo mejor a mis alumnos”, afirma. Su experiencia como integrante del Ballet Oficial de la Fiesta Nacional del Chamamé y su trabajo en el sector de terapia ocupacional del Hospital de Salud Mental San Francisco de Asís, donde enseña a los pacientes sobre nuestras danzas, pintan el retrato de un profesional comprometido y multifacético.
Cuando Ariel baila, la conexión es visceral. “Al bailar, lo primero que siento es la libertad, me siento auténtico e identificado con ese chamamé que escucho”, reflexiona. En cada zapateo y cada giro, los recuerdos afloran: “Automáticamente, recuerdo a mis abuelos bailando y a mi familia compartiendo eso que es tan nuestro, tan tradicional y cotidiano en nuestra provincia. Me siento muy identificado con las letras de nuestro chamamé. Me siento que soy yo mismo”. Es la memoria viva de un pueblo que se expresa a través de su música.
Y al enseñar, esa plenitud se multiplica. “Siento esa plenitud de transmitir a otras personas este sentimiento por el chamamé y su identidad”, confiesa. Su método no busca la imitación, sino la expresión personal: “Al bailarlo, yo no busco que lo hagan como yo, sino que ellos formen su estilo y que ellos también logren identificarse y expresar lo que el chamamé les transmite a ellos. Les puedo enseñar los pasos básicos, pero ellos mismos deben buscar su forma y su arte y cómo compartirlo a los demás”.
En este Día Nacional del Chamamé, la historia de Ariel y el Ballet Sentido Folklore nos recuerda que la tradición no es estática; es un río vivo que fluye a través de las generaciones, adaptándose, incluyendo y, sobre todo, haciendo sentir.
Es la libertad de un zapateo, la emoción de una melodía y la infinita capacidad de compartir el alma de Corrientes con cada movimiento.
Para quienes deseen conocer más sobre esta admirable labor, sumarse a sus clases o simplemente disfrutar de su arte, pueden encontrarlos y seguir sus actividades en Instagram a través de su cuenta @sentido_folklore.